Crudo, y al hueso/opinión


Por: Demis Santana

El último informe del Presidente, Andrés Manuel López Obrador, terminó en retórica de paso a lo que él ha bautizado como un “segundo techo” de su Cuarta Transformación.

Sin logros reales, ha disuelto sus resultados dentro de la figura del proyecto de nación, un proyecto que se abre, se extiende hasta que técnicamente les de la gana, pues no tiene términos o fechas, y que por ello, puedan evadir el tema fácilmente, ante la falta de resultados.

Sin embargo, para medir qué es el informe, cuáles son sus resultado de gobierno, hay qué definir las métricas que rigen el rendimiento de un Presidente.

En la escuela básica o primaria, se miden a los alumnos con el concepto “aprovechamiento escolar”. Todos sabemos qué es eso.

En la Función Pública, a los Presidentes se les mide con el Producto Interno Bruto.

El Producto Interno Bruto(PIB) es el resultado de una ecuación matemática de la economía de un país que está ligada al Desarrollo Económico, y sus factores son en términos reales, cuánto trabajaron los mexicanos, cuánta riqueza generaron. Mientras más alto es el Producto Interno Bruto, sus efectos como la derrama económica, aumentan, y disminuye la pobreza.

Andrés Manuel López Obrador ha venido predicando que sus resultados son positivos, y que sacó a 5 millones de la pobreza, pero esta información no es compatible con el PIB, pues en términos reales, su calificación o rendimiento como Presidente, se limita a un 0.8% de Crecimiento Económico. Por debajo de Peña Nieto, y el resto.

Y se entiende.

Los cuatro pilares en los que se sostiene una nación desde la función del Gobierno son: la Seguridad Pública que de esta depende en gran manera el segundo, que es el Desarrollo Económico; y de esta se derivan las otras dos que son potenciadores; la Salud Pública, y por último, la Educación.

Hablar de la Seguridad Pública raya en lo absurdo. Desde la modificación de la Ley del Banco de México en el 2020, las organizaciones criminales han estado lavando dinero a garrafales, y esto ha provocado que el flujo de dólares a México, haya subido de 100 mil millones de dólares, a los 125 mil millones.

Aumentó el narcotráfico un 25 por ciento, y estos 25 mil millones de dólares, casi medio billón más, es destinado a sobornar autoridades, políticos, comprar policías, mandos militares, nutrir los ejércitos de las organizaciones criminales cuyo resultado es palpable. Violencia en todos lados.

Y como no les importa el narcotráfico, el Desarrollo Económico se ve afectado.

Los contribuyentes, principalmente los micro y pequeños empresarios, son víctimas de la corrupción del Estado.

A las campañas inquisitorias de la Hacienda Pública, se le suman los cobracuotas de las organizaciones criminales, que por ejemplo, ya han logrado inflaciones al sabotear cargamentos de productos básicos en Michoacán porque los productores se niegan a pagar las extorsiones.

Y entonces, el empresario queda atrapado en un dilema; o pagas al Estado y al Crimen Organizado, o cierras el negocio, y jodes a familias enteras que dependen del trabajo, para que al final, el Estado aplauda el quiebre de una empresa “esclavista y neoliberal”.

Por ello, nace esa idea de “para ¿qué pagar impuestos?”

Y si estos dos no funcionan, estás obligado a seguir consumiendo Educación barata del Estado mexicano, reprobada en las pruebas internacionales, y hoy, con el Gobierno de la Cuarta Transformación, con materias de “libertad de género” y otras estupideces. Tus hijos no sabrán de matemáticas ni comprensión lectora, pero sí, de ideologías de género, camino a la romantización de la pederastía.

Respecto a la Salud Pública, la pregunta es, de ¿qué sirven tantos hospitales si no hay medicinas?

Realmente no existe ningún logro que satisfaga nuestras necesidades sin la inversión de 3 mil pesos mensuales.

He visto a las redes de propaganda del Presidente inundar las redes sociales con información desfasada, incompleta, y otras, vil mentiras, acerca de sus obras de infraestructura.

Que el Tren Maya, que Dos Bocas, que el Transísmico; pero ninguno funciona realmente.

Otro de los “logros” que viene promoviendo el Presidente, es que no hubo devaluación, y la verdad, esto me parece una patraña porque la economía del país, no la rigen las acciones del Presidente en materia económica, sino, los mercados. Al contrario, se ha enfocado tanto en una política inflacionaria para poder pagar los programas sociales, que es irrisorio que toque un tema que pende de los mercados.

Si el tuviera el mango de la sartén en el tema de la devaluación, no tendríamos estas variaciones que empoderaron el peso hasta los 16 por dólar, y después otra vez en casi 20 pesos. Su política económica terminó en déficit fiscales y una inflación derivada de ello, que alcanzó el 36% acumulada, que van a convertirse en el principal reto de la Presidente electa, Claudia Scheinbaum.

El informe del Presidente es hueco pese a que lo han adornado con alabanzas de 35 millones de fanáticos.

Se entiende que AMLO es muy popular, pero de ahí, a que haya entregado buenos resultados de su gobierno, hay un abismo.

Pero sin duda alguna, se va en menos de 30 días, y este sexenio de odio, terminará.

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